Ayer murió mi antiguo (y prehistórico) teclado del trabajo. Era uno de esos con los que te sientes que estás tecleando en una máquina de escribir antigua, de esas que hacen un ruido tremendo y te duelen los dedos de darle tan fuerte. Clack, clack, clack!! No sería justo decir que fui directamente responsable de su muerte, pero puede que sí haya sido la responsable de la gota que colmó el vaso (literalmente) de su enfermedad tecladil. Y es que desde hace tiempo mi pobre amigo venía quejándose de que se le quedaban atascadas las teclas y a veces algunas ni respondían... así que ayer, cuando mi café se le cayó por encima, decidió decirle adiós a una larguísima y dura vida laboral.
Para salir del paso ayer "tomé prestado" el teclado de otra oficina, pero hoy ya ha llegado mi nuevo amigo. No es que sea uno de esos ultramodernos de los que he hablado alguna vez, ni tiene ventiladores incluidos, ni habla klingon, ni es rosa (lo pedí pero no hubo caso). Pero es suaaave y negro, y nueeevo!! De momento nos estamos conociendo, pero ya se ve que nos llevaremos bien.
Además, juzgando por la caja, estamos hechos el uno para el otro XD
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