Las cerezas, además de ser una fruta buenísima para casi todo el mundo, posee propiedades remineralizantes, desintoxicantes y antiinflamatorias. Es laxante y diurética gracias a su contenido en fibra, agua y potasio.
Además, ayuda a prevenir la anemia. Es ideal para la desmineralización de los huesos, por su aporte en Hierro, Calcio y vitamina C, siendo aconsejable antes de la menopausia. Tiene 58 calorías por 100 gramos de fruta y cubre las necesidades diarias en un 50% de vitamina C, un 9% de magnesio, un 7% en Hierro y Ácido Fólico, un 5% en Calcio y un 3% en vitamina A. Además, las personas diabéticas también pueden disfrutar del sabor de esta fruta, ya que el azúcar que contiene en su pulpa es totalmente asimilable.
Las cerezas tienen un elevado contenido en antocianos y ácido elágico, de acción antioxidante y antiséptica; para combatir infecciones. Los antioxidantes bloquean el efecto dañino de los denominados “radicales libres”.
Por su abundancia de potasio, el consumo de cerezas y guindas se ha de hacer con moderación en caso de insuficiencia renal, en la que el aporte de potasio está restringido. Sin embargo, por su alto contenido en agua y potasio, posee un efecto diurético beneficioso en caso de hiperuricemia o gota y litiasis o cálculos renales (facilitan la eliminación de ácido úrico y sus sales), hipertensión arterial u otras enfermedades asociadas a retención de líquidos.
Su contenido de fibra le confiere propiedades laxantes. La fibra previene o mejora el estreñimiento, contribuye a reducir las tasas de colesterol en sangre y al buen control de la glucemia (niveles de azúcar en sangre) en las personas que tienen diabetes.
El ácido oxálico que contienen las cerezas puede formar sales con ciertos minerales como el calcio y formar oxalato cálcico, por lo que su consumo se ha de tener en cuenta si se padecen este tipo de cálculos renales, ya que se podría agravar la situación.
Y diréis, pero a qué viene todo esto? Y que tiene que ver todo esto con el título del post. Bueno, es que el otro día compré cerezas y entre ellas vino una pequeña visitante, diferente a las demás pero igual de buena, que nació fusionada con una de sus hermanas. Esta cereza, nació siamesa.
Pues ya lo sabéis, a comer cerezas!
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